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Un llamamiento provisorio

sábado, abril 16th, 2022

Nota NMI: texto enviado por interno.

Un llamamiento provisorio

Hermanas y Hermanos de clase:

1.- Los vientos de las tempestades nos traen un susurro que recorre el mundo. El momento histórico nos murmura al oído, “estoy muerto, pero no me he enterado”.

2.- La magnitud de los problemas que se nos presentan tiene tal calado y profundidad que las opciones que tenemos tienden a decrecer con el paso de los días. Somos una generación de la humanidad que está a punto de presenciar el colapso total de una forma de vida.  Una forma de vida a la cual hemos adherido por opción o imposición, sin embargo, eso no debe ser fuente de juzgamiento. Ese modo de vida se ha fundado sobre la base de las metrópolis, los verdaderos vampiros modernos.

Ante la despiadada realidad, nosotros, humanos, requerimos un momento en el cual detenernos y abocarnos a un ejercicio de reflexión y pensamiento futurista.

  • Con futurista nos referimos, única y exclusivamente, a un método para abordar el mundo post capitalista que se avecina, sus opciones y qué y cómo construirlo.

3.- Esto entraña, como es obvio, preguntarse si el capitalismo llegará a su fin. La respuesta es que sí. No por la acción concertada de un movimiento global revolucionario, como era la esperanza (y fe) del proletariado durante el siglo XIX y XX, sino, por la multiplicidad de fenómenos críticos que arrastra el movimiento del capital como consecuencia de sus dinámicas contradictorias y no resolutivas de su historia, y que tienden hacia su autodestrucción.

4.- Aquí vale dejar en claro algo: afirmar que el capitalismo llega a su fin no significa que va a desaparecer. El capitalismo, como un sistema robusto de dominación, control y explotación está herido de muerte. Dejará de ser lo que conocemos, sin embargo, mucho de él, lamentablemente mucho, continuará existiendo, pero desarticulado. El capitalismo no ha sido un simple sistema económico. Para realizar su historia (conciencia) como modelo de civilización ha debido de controlar, vigilar, diseñar y planificar el modo de vida. En otras palabras, ha modelado un tipo de ser que no desaparecerá de la noche a la mañana. Su triunfo, antes que económico, siempre fue cultural.

5.- El ser capitalista somos todas y todos quienes vivimos bajo las condiciones modernas de explotación. El ser capitalista es un individuo cultural, inmerso en un ecosistema mediado por múltiples fenómenos que lo convierten en un animal social proclive a la violencia, obediencia y egoísmo. Sin embargo, no hay que olvidar que la cultura no es un bloque impenetrable e inmutable; toda cultura tiene fracturas.

6.- La articulación del capitalismo comprende una arquitectura ideológica, donde distintos fenómenos (sociales, culturales y económicos), como así también, modelos opresivos, actúan como pilares de una vida re-presentada. A grandes rasgos podemos señalar algunos de ellos: la liberación y privatización de la tierra a finales del siglo XVIII e inicios del siglo XIX; la conformación de los Estados-Nación; la urbanización, la irrupción de los derechos del Hombre; el sistema de orden social llamado Patriarcado; el desarrollo ininterrumpido de la Ciencia y la técnica; la violencia; procesos de subjetivación e individuación; democracia, entre otros. Todos estos fenómenos, y muchos más, confluyen en el capitalismo como un todo ideológico que le da sustento. Como mencionábamos más arriba, en el mundo post capitalista estos fenómenos yacerán desarticulados.

7.- El mundo post capitalista no nacerá de la nada. Todo su largo proceso de desarrollo ha modificado las estructuras sociales, culturales y psicológicas de la humanidad. Por tanto, sus miserias nos acompañaran por un periodo indeterminado de tiempo.

8.- El actual momento histórico, precedido del eterno deja vu de los ciclos de crisis irresolutos, evidencia la mecánica de un mundo agotado, exhausto, pero constantemente opresivo a niveles insospechados, que no hace mas que evidenciar su propia descomposición. La lógica de la expansión del Estado, junto a la impresión infinita de dinero, el industrialismo y el saqueo ininterrumpido de los recursos naturales (que por cierto son finitos), han sumergido a las sociedades en un estado de guerra constante. El poder y el aparato estatal-financiero controlan, oprimen y vigilan a la sociedad mientras los gigantes tecnológicos nos encierran en una prisión digital. (O físicas, como lo atestigua la realidad en Gaza y Cisjordania).

9.- La respuesta del mundo que muere será el totalitarismo sin color.

10.- La globalización es (fue) el internacionalismo de las corporaciones multinacionales y de su imperio de las finanzas. Para conseguir su propósito, el poder global ofertó un mito refundacional de la historia humana. Ese mito ha durado poco más de cuarenta años. En ese periodo lograron lo impensado: conquistar y colonizar la intimidad de la vida humana. Podrá argüirse que los sistemas económicos/sociales/culturales del pasado siempre lograron controlar, en algún punto, a las personas, y eso es cierto. Pero lo que el siglo de la democracia tiene para brindar como legado histórico es una deshumanización compleja, profunda, que no tiene parangón con ninguna otra época, siendo hasta ahora, la última etapa de ese largo e incesante proceso llamado domesticación.

11.- Todos hemos participado en la venta de todo aquello que nos constituye como especie. Vendemos quienes somos, lo que hacemos, lo que soñamos. Vendemos nuestra rabia, nuestra alegría, nuestras penas, nuestros miedos, nuestros éxitos y fracasos. Hemos digitalizado una identidad susceptible al marketing. Hemos vendido lo que somos por el pánico a no encajar.

12.- Y en el centro de este ecosistema creado, emerge sublime, el humano-mercancía. En simple, somos tiempo comprado.

13.- Hoy nos encontramos solos. Allí, en los puestos de poder y formando elites, están aquellos que dicen representarnos. Por todo el globo crean entramados familiares (emparentándose entre sí) que les asegura la distribución y ampliación de sus intereses de reproducción de clase. Comen juntos, vacacionan juntos, viven juntos, trabajan juntos, estudian juntos. Todos esos representantes democráticos actúan en base a consideraciones personales y de clase, mientras arguyen todo tipo de argumentos con tal de que el resto de la sociedad se convenza del glorioso camino que le espera si los sigue.

14.- No obstante, la contribución de aquellos que, por más de ciento cincuenta años, han dicho representarnos, significó el acoplamiento (institucionalización) neurótico y compulsivo de la población a un modo de vida esclavizante y devastador. Y aquí no hay matices referentes a las facciones políticas adictas al poder. Son todas aquellas con vocación de poder.

15.- Nos convencieron de que el trabajo nos haría libres, pero esa libertad solo puede ser ejercida en el marco normativo que ellos mismos diseñaron por más de doscientos años, y que se puede resumir en: elección de compra.

16.- Cada grupo ha mostrado su verdadero rostro. Solo queda confiar y soñar entre los comunes; aquella humanidad obligada por generaciones a venderse, so pena de morir en la marginalidad mas absoluta.

17.- Por ello, necesitamos reencontrarnos, escucharnos y abolir las mediaciones que operan entre nosotros.

18.- El modelo de civilización que ve en la ciudad el centro de la vida cultural, social, económica está destinado a declinar. Nuestra comprensión del presente debe ser una motivación para concebir la vida futura como una que estará nutrida de flujos energéticos bastante menos convulsos y comprimidos de los actuales. La energía solar, eólica, hidroeléctrica (que no es sinónimo de “central hidroeléctrica”) deberán necesariamente sustituir a los combustibles fósiles, por lo que, dichas fuentes energéticas no serán capaces de garantizar la supervivencia de la tecnología actual. En otras palabras, la vida futura tendrá que ser necesariamente menos rapaz, menos parasitaria, menos brutal.

Si la ciudad antigua era parasitaria energética del campo circundante, las áreas urbanas contemporáneas son de hecho parásitas del planeta entero: el consumo de energía que implica el estilo de vida impuesto por la metrópoli no podrá ser sostenido mucho más tiempo. Las áreas urbanas dependen para todo tipo de recursos de territorios lejanos/ajenos. Una ciudad de un millón de habitantes devora dos millones de kilos de alimentos al día mientras que no produce, en realidad, nada.

19.- Necesitamos el ejercicio futurista porque estamos hambrientos de soluciones y las respuestas no caerán del cielo, aun así, no debemos olvidar que por toda la tierra están esparcidas las semillas que engendran el pensamiento futurista. Eso es una verdad incontestable. Pero los humanos necesitamos dejar de concebirnos como mercancía (capital humano), y por supuesto, dejar de comportarnos como el capital nos ha diseñado.

20.- La creatividad debe surgir como un tigre titánico que devore con astucia y sagacidad el presente. Esa creatividad fijara su atención en la proyección de la vida futura, al mismo tiempo que en el goce y disfrute del ahora. En otras palabras, en crear situaciones que contengan la ruptura con este mundo.

21.- No somos ilusos, las fábricas, las industrias, las autopistas, los centros de poder, etc. Nada de eso desaparecerá en el acto por los chasquidos de nuestros dedos. Pero insistimos en que lo que comienza a desmoronarse es una forma de concebir la vida, esta vida, y ella aglutina todo lo anterior; es el viejo mundo que muere. Nosotros optamos por abandonar este mundo. Todo lo demás no tiene sentido alguno.

22.- El colapso nos pisa los talones. Las ideologías de emancipación, en tanto que ideologías, están marchitas. La ideología triunfante tiene los días contados. Es preciso, e imperioso, diseñar un futuro/presente donde tengan cabida las formas de concebir nuestra vida en común.

23.- Vivimos en una sociedad creada a imagen y semejanza del dinero y el Capital, verdadera comunidad mecánica, saturada de violencia latente, potencial y actuante. Hemos perpetuado esta locura por demasiado tiempo. ¿Hasta dónde seremos capaces de aguantarlo? ¿Qué hace falta para poner fin a la demencia de la que somos parte?

24.- Por cierto, no hemos dicho ni pensado nada nuevo.

25.- Los vientos de las tempestades nos traen un susurro que recorre el mundo. El momento histórico nos murmura al oído, “la modernidad pertenece al pasado”.

 

-Comité de la Imaginación-

Otoño 2022