Posts Tagged ‘domesticacion’

Errancia de la Humanidad. Jacques Camatte [Segunda parte]

martes, marzo 2nd, 2021

Nota NMI: todos los números que se presentan durante el texto corresponden a las notas insertas en el mismo. Estas se pueden leer en la versión digital del mismo texto que se encuentra en la barra lateral derecha de este blog.

Errancia de la humanidad [Segunda parte]

II. ¿Decadencia del Modo de Producción Capitalista o decadencia de la
humanidad?

1. ¿Decadencia del Modo de Producción Capitalista o Decadencia de la Humanidad?

Muchas veces se escribió y se pensó que el comunismo florecería después de la destrucción del modo de producción capitalista, el cual sería minado por contradicciones propias tales que harían inevitable su final. Sin embargo, numerosos eventos de este siglo nos han llevado, infelizmente, a considerar otras posibilidades: el retorno de la “barbarie”, analizado por R. Luxemburgo y toda el ala izquierda del movimiento proletario alemán, así como por Adorno y la Escuela de Frankfurt; la destrucción de la especie humana, como es evidente a cada día que pasa para todos y cada uno de nosotros; En definitiva, un estado de estancamiento en que el modo capitalista de producción sobrevive adaptando a su propia dinámica a una humanidad degradada que carece del poder para destruirlo. Para comprender el fracaso de un futuro que se pensaba inevitable, es necesario tomar en consideración la domesticación de los seres humanos implementada por todas las sociedades de clases, especialmente por la sociedad capitalista, y por tanto debemos analizar la autonomización del capital.

No pretendemos tratar exhaustivamente todas esas desviaciones históricas en unas pocas páginas. Comentando un pasaje de los Grundrisse de Marx podemos mostrar que es posible comprender la autonomización del capital sobre la base de la obra de Marx, y que al hacerlo podemos al mismo tiempo ver la contradicciones en el pensamiento marxista y su incapacidad para resolver el problema. El pasaje es del capítulo sobre el proceso de circulación. Para comprenderlo, debemos tener en mente lo que Marx afirma brevemente antes de este pasaje:

El tiempo de circulación aparece así como una barrera a la productividad del trabajo = un incremento en el tiempo de trabajo necesario = una disminución del tiempo de plustrabajo = una disminución de la plusvalía = una obstrucción, una barrera al proceso de autorealización [Selbstverwertungsprozess] del capital. ” [1]

Aquí Marx hace una digresión extremadamente importante:

“Aparece aquí la tendencia universal del capital, que lo diferencia de todos los estadios anteriores de la producción. Aunque por su propia naturaleza es limitado, tiende a un desarrollo universal de las fuerzas productivas y se convierte en la premisa de un nuevo modo de producción, que no está fundado sobre el desarrollo de las fuerzas productivas con vistas a reproducir y a lo sumo ampliar una situación determinada, sino que es un modo de producción en el cual el mismo desarrollo libre, expedito, progresivo y universal de las fuerzas productivas constituye la premisa de la sociedad y por ende de su reproducción; en el cual la única premisa es superar el punto de partida.” [2].

Lo que hace que el capital sea una barrera para sí mismo no se establece aquí, sino que se hace hincapié en su aspecto positivo, en su aspecto revolucionario (este aspecto revolucionario es recalcado en muchas otras páginas de los Grundrisse y de El Capital): la tendencia hacia un desarrollo universal de las fuerzas productivas. Sin embargo, y esto es lo que nos interesa aquí, el capital no puede realizar esto; esta será la tarea de un modo de producción superior. El futuro de la sociedad toma aquí la forma de un movimiento indefinido, acumulativo.

“Esta tendencia – que es inherente al capital, pero al mismo tiempo lo contradice como forma limitada de producción y por consiguiente tiende a su disolución – distingue al capital de todos los modos de producción anteriores e implica, al mismo tiempo, que el capital esté puesto como un simple punto de transición.” [3]

Por consiguiente, el capital se dirige hacia su propia abolición por medio de esta contradicción. Es una lástima que Marx no mencione aquí que es lo que entiende por “forma limitada de producción”, ya que esto nos habría permitido “ver” claramente que es lo que significa para él esa contradicción en este caso específico. Esto condiciona la comprensión de aquella afirmación de que el modo de producción capitalista es una forma transitoria de producción. Incluso sin una explicación de la contradicción, podemos entenderla de la siguiente forma: el modo de producción capitalista no es eterno – un argumento polémico de Marx contra los ideólogos burgueses. Este es el contenido principal de su afirmación. Pero existe otro argumento incrustado en las afirmaciones precedentes: el modo de producción capitalista es revolucionario y hace posible la transición hacia una formación social superior en la que los seres humanos ya no estarán dominados por la esfera de la necesidad (la esfera de producción de la vida material) y, por lo tanto, en la que la alineación y el extrañamiento humano dejarán de existir.

Hoy, después de que el Marxismo se haya manifestado como una teoría del desarrollo, otra parte de esta sentencia se vuelve fundamental: existe un continuum entre los dos periodos. ¿Qué es una transición sino lo opuesto al quiebre? Este continuum consiste en el desarrollo de las fuerzas productivas. De allí resulta una relación vergonzosa, pero real: Marx – Lenin – Stalin! Sin embargo, ese no es el tema que estamos analizando aquí. Nuestro objetivo es determinar en qué consisten las fuerzas productivas y para quién estas existen, según Marx en los Grundrisse.

“Todas las formas de sociedad, hasta el presente, han sucumbido por el desarrollo de la riqueza o, lo que es lo mismo, de las fuerzas productivas sociales.” [4]

La riqueza reside en las fuerzas productivas y en los resultados de su acción. Existe una contradicción aquí que, de acuerdo con Marx, caracteriza la totalidad de la historia humana: La riqueza es necesaria y por ello se la desea, sin embargo su desarrollo destruye las sociedades. Por lo tanto, las sociedades deben oponerse a su desarrollo. Este no es el caso del modo de producción capitalista (y así destruye todas las otras formaciones sociales existentes), el cual exalta las fuerzas productivas, pero… ¿Para quién?

“Por eso entre los antiguos, que eran conscientes de ello, se denunció directamente la riqueza como disolvente de la comunidad [Gemeinwesen]. El régimen feudal, por su parte, se desmorona por obra dela industria urbana, del comercio, la agricultura moderna (e incluso de ciertos inventos, como la pólvora y la imprenta). Con el desarrollo de la riqueza – y consiguientemente también de nuevas fuerzas y de una relación más amplia entre los individuos – se disolvieron las condiciones económicas sobre las que reposaba la comunidad [Gemeinwesen] y las relaciones políticas entre los diversos elementos componentes de la entidad comunitaria que correspondían a ésta: la religión en la cual se contemplaba idealizada (y ambas se fundaban a su vez en una relación determinada con la naturaleza,
en la cual se resuelve toda fuerza productiva); el carácter de las concepciones, etc., de los individuos. El solo desarrollo de la ciencia – id est, de la forma más sólida de la riqueza, tanto producto como productora de la misma – era suficiente para disolver esta comunidad. Empero, el desarrollo de la ciencia, de esta riqueza ideal y a la vez práctica, es sólo un aspecto, una forma bajo la cual aparece el desarrollo de las fuerzas productivas humanas, id est de la riqueza. Desde el punto de vista ideal bastaba con la disolución de determinada forma de consciencia para matar una época entera. En la realidad, esta barrera de la conciencia corresponde a determinado grado de desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas materiales y en consecuencia por la riqueza. Ciertamente, no sólo se operaba un desarrollo sobre la vieja base, sino un desenvolvimiento de la base misma .” [5]

Para Marx, las fuerzas productivas son humanas (nacidas desde el ser humano) y existen para el ser humano, para el individuo. La ciencia como una fuerza productiva (y así también la riqueza, como ya lo mostró Marx antes en los Manuscritos y en La Ideología Alemana) está determinada por el desarrollo de esas fuerzas que se corresponden con la aparición de un gran número de externalizaciones, un gran número de posibilidades de apropiarse de la naturaleza. Incluso si toma una forma ambigua, el florecimiento del ser humano es posible; es este el momento en que, con el desarrollo de una clase dominante, los individuos pueden encontrar el modelo de una de vida plena. Para Marx, el modo capitalista de producción, al forzar el desarrollo de las fuerzas productivas, hace posible una autonomización liberadora del individuo humano. Este es su aspecto revolucionario más importante.

“El desarrollo más alto de esta misma base, (la floración en la que esta se desarrolla; pero siempre es, no obstante, esta base, esta planta como floración; de allí el marchitamiento tras la floración y como consecuencia de la floración) constituye el punto en el cual ella misma ha sido elaborada en la forma en que es compatible con el más alto desarrollo de las fuerzas productivas, y por tanto también con el más alto desarrollo de los individuos. Tan pronto es alcanzado este punto, el desarrollo posterior se presenta como decadencia y el nuevo desenvolvimiento comienza a partir de una base nueva.” [6]

Existe decadencia porque el desarrollo de los individuos está obstruido. No es posible usar esta sentencia para defender la teoría de la decadencia del modo de producción capitalista [7], ya que podría afirmarse que esta decadencia comenzó no en los inicios de este siglo, sino por lo menos en la mitad del siglo anterior; O bien tendría que demostrarse que la decadencia de los individuos es simultánea a la decadencia del capital, lo cual contradice aquello que podemos observar; Marx mismo explica repetidamente que el desarrollo del capital va acompañado por la destrucción de los seres humanos y de la naturaleza.

¿En qué momento el desarrollo de las fuerzas productivas ha ido acompañado del desarrollo de los individuos en las diferentes sociedades? ¿En qué momento el modo de producción capitalista ha sido revolucionario tanto para sí mismo como para los seres humanos? ¿Avanzan continuamente las fuerzas productivas a despecho de la decadencia de los individuos? Marx dice: “…el mayor desarrollo aparece como la mayor decadencia” ¿Si las fuerzas productivas se estancan; entra en decadencia el modo de producción capitalista? [8]

El balance de la digresión de Marx confirma que la decadencia se refiere específicamente a los seres humanos. Los individuos florecen cuando las fuerzas productivas les permiten desarrollarse, cuando la evolución de los individuos va de la mano con la evolución de las fuerzas productivas. Por medio de la comparación con los periodos pre – capitalistas, Marx muestra que el capital no es hostil a la riqueza sino que, por el contrario, impulsa su producción. De este modo, absorbe el desarrollo de las fuerzas productivas. Antiguamente, el desarrollo de los seres humanos, de su comunidad, se oponía al desarrollo de la riqueza; ahora existe algo una especie de simbiosis entre ambos procesos. Para que esto sucediera, una cierta transformación fue necesaria: el capital tenía que destruir el carácter limitado del individuo; este es otro aspecto de su carácter revolucionario.

“Hemos visto precedentemente que la propiedad de las condiciones de producción estaba puesta como idéntica a determinada forma limitada de entidad comunitaria [Gemeinwesen]; por tanto en las cualidades del individuo – cualidades limitadas y desarrollo limitado de las fuerzas productivas – [requeridas] para constituir tal entidad comunitaria [Gemeinwesen]. Este supuesto mismo era a su vez, y por su parte, el resultado de un limitado estadio histórico de desarrollo de las fuerzas productivas; de la riqueza así como del modo de crearla. El objetivo de la comunidad [Gemeinwesen], del individuo – así como la condición de la producción – era la reproducción de estas determinadas relaciones de producción y de los individuos, tanto aisladamente como en sus diferenciaciones y relaciones sociales, en cuanto portadores vivos de estas condiciones. El capital, pone la producción de la riqueza misma y por ende el desarrollo universal de las fuerzas productivas, la subversión constante de sus presupuestos vigentes, como supuestos de su reproducción. El valor no excluye ningún valor de uso, y por tanto no incluye ningún tipo particular de consumo, etc., de circulación, etc., como condición absoluta; asimismo, cualquier grado de desarrollo de las fuerzas productivas sociales, de la circulación del saber, no se le aparece más que como barrera que se afana por superar.” [9]

Este pasaje tiene consecuencias importantes. No existe ninguna referencia al proletariado; este es el papel revolucionario del capital que supera todas las condiciones previamente existentes. Marx ya había dicho esto de una forma más contundente:

“Opera destructivamente contra todo esto, es constantemente revolucionario, derriba todas las barreras que obstaculizan el desarrollo de las fuerzas productivas, la ampliación de las necesidades, la diversidad de la producción y la explotación e intercambio de las fuerzas naturales y espirituales. “[10]

Estamos forzados a tomar una nueva perspectiva de aproximación a la forma en que Marx sitúa la clase proletaria en el contexto de una continua revolución generada por el desarrollo del modo capitalista de producción. Lo que es inmediatamente evidente es que el modo de producción capitalista es revolucionario en relación a la destrucción de las antiguas relaciones sociales, y que el proletariado es definido como revolucionario en relación al capital. Sin embargo, este es el momento en que el problema comienza: el capitalismo es revolucionario porque desarrolla las fuerzas productivas; el proletariado no puede ser revolucionario si, después de su revolución, desarrolla o permite un desarrollo diferente de las fuerzas productivas. ¿Cómo podemos distinguir tangiblemente el rol revolucionario de uno respecto al rol revolucionario del otro? ¿Cómo podemos justificar la destrucción del modo capitalista de producción por el proletariado? Esto no puede realizarse dentro del estrecho contexto económico. Marx nunca encaró este problema porque estaba absolutamente convencido de que los proletarios se rebelarían en contra del capital. Debemos, por consiguiente, encarar este problema si es que deseamos emerger de este impasse creado por la aceptación de esa teoría que decía que las relaciones de producción entrarían en conflicto con el desarrollo de las fuerzas productivas (fuerzas productivas cuyo postulado era existir para los seres humanos, ya que si este no es el caso… ¿Por qué los seres humanos habrían de rebelarse contra el capital?). Si las fuerzas productivas no existen para los seres humanos sino para el capital, y si ellas entran en conflicto con las relaciones de producción, esto significa que esas relaciones no proporcionan la estructura adecuada al modo de producción capitalista y, por tanto, puede haber una revolución que no sea al mismo tiempo una revolución para los seres humanos (por ejemplo, el fenómeno general que es denominado fascismo). Consecuentemente, el capital escapa. En el pasaje que nosotros estamos examinando, Marx hace una extraordinaria afirmación sobre la dominación del capital:

“Su propio supuesto – el valor – está puesto como producto, no como supuesto superior que se cierne sobre la producción. ” [11]

El capital domina el valor. Por tanto, puesto que el trabajo es la substancia del valor, de esto se sigue que el capital domina a los seres humanos. Marx se refiere solamente de forma indirecta al presupuesto del capital que es, simultáneamente, su propio producto: el trabajo asalariado, particularmente la existencia de una fuerza de trabajo que hace posible la valorización:

“La barrera del capital consiste en que todo este desarrollo se efectúa antitéticamente y en que la elaboración de las fuerzas productivas, de la riqueza general, etc., del saber, etc., se presenta de tal suerte que el propio individuo laborioso se enajena [sich entaussert]; se comporta con las condiciones elaboradas a partir de él no como condiciones de su propia riqueza, sino de la riqueza ajena y de su propia miseria.” [12]

¿Cómo puede ser esto un límite para el capital? Uno podría suponer que una baja en el consumo por parte de los trabajadores causaría una crisis, una crisis fatal. Esta es una de las posibilidades; al menos así lo parece en algunas ocasiones. Sin embargo, Marx siempre fue reacio a fundamentar sobre este tipo de terreno una teoría de la crisis, lo cual no le impide mencionar esta baja en el consumo. Para Marx el capital tiene una barrera porque despoja al trabajador individual. Debemos tener en mente que él está argumentando en contra de los apologetas del capital y quiere mostrar que el modo capitalista de producción no es ni eterno ni alcanza la emancipación humana. En el curso de su análisis, llega al punto de considerar la posibilidad de que el capital escape al condicionamiento humano. Nosotros percibimos que no son las fuerzas productivas las que se han vuelto autónomas, sino el capital, ya que en un momento dado las fuerzas productivas se vuelven para el capital “una barrera que se afana por superar.” Esto tiene lugar como sigue: las fuerzas productivas ya no son fuerzas productivas de los seres humanos sino del capital; ellas existen para el capital. [13]

El despojo (alienación) del trabajador individual no puede ser una barrera para el capital, a menos que para Marx eso significara una barrera en el sentido de una debilidad; tal como una debilidad que podría hacer al modo capitalista de producción inferior a otros modos de producción, particularmente si contrastamos esta debilidad con el enorme desarrollo de las fuerzas productivas que este impulsa. En la obra de Marx existe una ambigüedad con respecto al sujeto para el cual existen las fuerzas productivas: ¿existen para el ser humano o para el capital? Esta ambigüedad da lugar a dos interpretaciones de Marx. La interpretación ética (véase principalmente Rubel) enfatiza la magnitud con la que Marx denuncia la destrucción del ser humano por el capital, e insiste vigorosamente que el modo de producción capitalista es solamente una etapa transitoria. La interpretación de Althusser y su escuela mantiene que Marx no tuvo éxito en eliminar al ser humano de sus análisis económicos, lo que refleja su incapacidad de abandonar un discurso ideológico. De allí se desprende el problema de Althusser: situar correctamente un quiebre epistemológico en la obra de Marx.

Es posible salir de esta ambigüedad. Si el capital logra superar esta barrera, conquista su completa autonomía. Por ello es que Marx postula que el capital debe abolirse a sí mismo; esta abolición proviene del hecho de que el capital no puede desarrollar las fuerzas productivas para los seres humanos, mientras que al mismo tiempo hace posible un desarrollo variado y universal que solamente puede ser realizado por un modo de producción superior. Aquí se encierra una contradicción: el capital escapa del dominio de los seres humanos, pero debe perecer porque no puede desarrollar las fuerzas productivas humanas. Esto también contradice el análisis de Marx sobre la destrucción de los seres humanos por el capital. En efecto, ¿Cómo pueden rebelarse unos seres humanos destruidos? Es posible,
ignorando tales contradicciones, considerar a Marx como un profeta de la decadencia del capital, pero entonces eso dificultaría comprender la totalidad de su obra o nuestra actual situación histórica. El fin de la digresión de Marx aclara estas contradicciones.

“Esta forma antitética misma, sin embargo, es pasajera y produce las condiciones reales de su propia abolición. El resultado es: el desarrollo general, conforme a su tendencia y potencialmente de las fuerzas productivas – de la riqueza en general – como base, y asimismo de la universalidad de la comunicación, por ende el mercado mundial como base. La base como posibilidad del desarrollo universal del individuo, y el desarrollo real de los individuos, a partir de esta base, como constante abolición de su traba, que es sentida como una traba y no como un límite sagrado. La universalidad del individuo, no como universalidad pensada o imaginada, sino como universalidad de sus relaciones reales e ideales. De ahí, también, comprensión de su propia historia como un proceso y conocimiento de la naturaleza (el cual existe asimismo como práctico sobre ésta) como su cuerpo real. El proceso mismo del desarrollo, puesto y sabido como supuesto del mismo. Para ello, no obstante, es necesario ante todo que el desarrollo pleno de las fuerzas productivas se haya convertido en condición de la producción; que determinadas condiciones de la producción no estén puestas como límites para el desarrollo de las fuerzas productivas.” [14]

Si este proceso concierne a los individuos, el capital tiene que ser destruido y las fuerzas productivas tienen que servir para los seres humanos. En el artículo, “La KAPD et le mouvement proletarien,” [15] nos hemos referido a este pasaje para indicar que el ser humano es una posibilidad, dando fundamento a la siguiente afirmación: la revolución debe ser humana. Esto no es de ninguna forma un discurso sobre el ser humano concebido como un ser invariante en todos sus atributos, una concepción que se limitaría a ser meramente una reafirmación de la inmutabilidad de la naturaleza humana. Pero es necesario señalar que esto es aún insuficiente, y que el desarrollo de las fuerzas productivas es precisamente el mismo desarrollo llevado a cabo actualmente por el capital. El límite de Marx es que él ha concebido el comunismo como un nuevo modo de producción en el cual las fuerzas productivas
habrían de eclosionar y florecer. Esas fuerzas son indudablemente importantes, pero su existencia en un cierto nivel de desarrollo no basta para definir al comunismo.

Para Marx, el capital supera estas contradicciones englobándolas a todas ellas y mistificando la realidad. El capital puede superar solamente en apariencia su limitada base, su naturaleza limitada, la cual reside en el intercambio de capital – dinero por fuerza de trabajo. El capital debe inevitablemente entrar en conflicto con esta presuposición; de esta forma es que Marx habla de la oposición entre apropiación privada y socialización de la producción. ¿Apropiación privada de qué? De plusvalía, la cual supone la existencia del proletariado, y de esta forma también de la relación salarial. Pero el desarrollo completo del capital (y las propias explicaciones de Marx son una preciosa ayuda para comprenderlo) realiza una mistificación efectiva, haciendo al capital independiente de los seres humanos, capacitándolo para evadir el conflicto con sus propios presupuestos. Podría decirse, sin embargo, que el conflicto persiste como resultado del proceso total: la socialización. Esto es cierto. Más, la socialización de la producción y de la actividad humana, el desarrollo universal de las fuerzas productivas y por consiguiente la destrucción del carácter limitado del ser humano: todo esto, era solamente un fundamento posible para el comunismo; no plantea el comunismo automáticamente. Aún más, la acción del capital tiende constantemente a destruir el comunismo, o al menos a inhibir su emergencia y realización histórica. Para transformar esta posibilidad en realidad es necesaria la intervención humana. Sin embargo, Marx mismo demuestra que la producción capitalista integra al proletariado. ¿Cómo podría la destrucción de los seres humanos y de la naturaleza dejar de tener
repercusiones sobre la habilidad de los seres humanos para resistir el capital y, con mayor razón aún, para rebelarse contra él?

Algunos podrían pensar que estamos atribuyendo a Marx una posición que nos es convieniente. Citaremos un pasaje extraordinario:

“Lo que justamente distingue al capital de la relación de señorío y servidumbre es que el trabajador confronta al capital como consumidor y poseedor de valores de cambio, y que bajo la forma de poseedor de dinero se convierte en un simple centro de circulación – uno sus muchos e infinitos centros, en la cual su especificidad como trabajador se extingue.” [16]

Una de las modalidades de reabsorción del poder revolucionario del proletariado ha sido el exaltar su carácter como consumidor, atrapándolo así dentro del engranaje del capital. El proletariado deja de ser la clase que lo niega; después de la formación de la clase trabajadora esta se disuelve dentro del cuerpo social. Marx anticipa a los poetas de la “sociedad de consumo” y, como en otras instancias, explica un fenómeno que se observa solamente más tarde y, además, falsamente, incluso pensando solamente en el término con que se le denomina.

Las observaciones precedentes no nos llevan a una concepción fatalista (esta vez negativa), tal como: lo que sea que hagamos, no existe una salida; es demasiado tarde; o cualquier otro derrotismo irreflexivo que podría generar un movimiento nauseabundo de reforma del trabajo. Primero que todo, necesitamos extraer una lección. El capital se ha escapado de las barreras humanas y naturales; los seres humanos han sido domesticados: esta es su decadencia. La solución revolucionaria no puede ser encontrada en el contexto una dialéctica de las fuerzas productivas en la cual el individuo sería un elemento de contradicción. Los actuales análisis científicos del capital proclaman una completa abstracción de los seres humanos que, para algunos, no son nada más que un residuo sin consistencia. Esto significa que el discurso de la ciencia es el discurso del capital, o que la ciencia solamente es posible mediante la destrucción de los seres humanos; la ciencia es un discurso sobre la enfermedad del ser humano. Por tanto, es insano fundamentar la esperanza de liberación sobre el terreno de la ciencia. Esta posición es tanto más insana cuando, como en el caso de Althusser, esta no puede causar su propio quiebre, liquidar su propia “arqueología”, ya que ésta permanece leal al proletariado – un proletariado tal que, según ésta posición, es solamente un objeto del capital, un elemento dentro de su estructura. Pero este ser humano inútil, destruido, es el individuo creado por las sociedades de clases. Y nosotros agregamos: el ser humano está muerto. La única posibilidad para que surja otro ser humano es nuestra lucha contra nuestra domesticación, nuestra emergencia de ella. El humanismo y el cientificismo (y los seguidores de la “ciencia ética” son los esclavos más absolutos del capital) son dos expresiones de la domesticación de la humanidad. Todos aquellos que abrigan la ilusión de la decadencia del capital reviven las antiguas concepciones humanistas o dan lugar a nuevos mitos científicos. Ellos permanecen impermeables al fenómeno revolucionario que atraviesa nuestro mundo.

Hasta ahora, ambos lados han sostenido la opinión de que los seres humanos hemos permanecido inalterados durante las diferentes sociedades de clases y bajo el dominio del capital. Es por esto que el papel del contexto social fue subrayado (el ser humano, quien es fundamentalmente bueno, ha sido modificado positiva o negativamente por el contexto social) por los filósofos materialistas del siglo XVIII, mientras que los marxistas enfatizaron el rol de un medioambiente condicionado por el desarrollo de las fuerzas productivas. El cambio no fue negado, y después de Marx se repetía constantemente que la historia era una transformación continua de la naturaleza humana. No obstante, se afirmaba explícita o implícitamente que un elemento irreductible continuaba permitiendo a los seres humanos rebelarse contra la opresión del capital. Incluso el capitalismo mismo fue descrito de una forma maniquea: por un lado, el polo positivo, el proletariado, la clase libertadora; por el otro, el polo negativo, el capital. El capital fue afirmado como una fase necesaria que tenía que revolucionar la vida de los seres humanos, pero al mismo tiempo fue descrito como el mal absoluto en relación al bien, el proletariado. El fenómeno que emerge actualmente no destruye en modo alguno la evaluación negativa del capital, sino que nos obliga a generalizarla a la clase que en otro tiempo se mostró antagónica al capital y era portadora de todos los elementos positivos del desarrollo humano, de la humanidad misma. Este fenómeno es la recomposición de la comunidad y de los seres humanos por el capital, el cual se refleja en la comunidad humana como en un espejo. La teoría del espejo [17] solamente podía aparecer cuando el ser humano se convirtió en una tautología, en un reflejo del capital. Dentro del mundo del despotismo del capital (esta es la forma en que la sociedad se nos presenta hoy en día), ningún bien ni ningún mal pueden ser distinguidos. Todo puede ser condenado. Las fuerzas negadoras solamente pueden surgir por fuera del capital. Dado que el capital ha absorbido todas las viejas contradicciones, el movimiento revolucionario tiene que rechazar la totalidad del producto del desarrollo de las sociedades de clases. Este es el punto crucial de su lucha contra la domesticación, contra la decadencia de la especie humana. Este es el momento esencial del proceso de formación de revolucionarios, el cual es absolutamente necesario para la producir la revolución.

Jacques Camatte

Mayo, 1973

 

Violencia y domesticación. Jacques Camatte

miércoles, agosto 29th, 2018

Violencia y domesticación

A propósito del devenir de la especie humana, desde la comunidad inmediata hasta la comunidad emergida de, e integra da en el cosmos.

1.-La violencia aparece, se manifiesta en el momento en que hay una ruptura de un proceso. Es aquello que hace posible la ruptura, ya sea en el medio físico, cósmico o humano. Recíprocamente, sobre todo a nivel humano, hay ejercicio de la violencia para defender este proceso amenazado. Implica la puesta en marcha de energías más o menos orientadas y por tanto la manifestación de fuerzas.

2.-La violencia tiene pues una realidad natural, es decir, que se pueden constatar en la naturaleza fenómenos de violencia. Sin embargo, es en las comunidades, en las sociedades humanas donde es una realidad verdaderamente significativa porqué revelarse la mayor parte del tiempo como un objetivo reconocido o no, y porqué ciertas agrupaciones humanas intentan gobernarla y manipularla en su provecho.

3.-Parece ser que en el momento en que hay manifestaciones de violencia, han de ponerse en juego fuerzas importantes. Pero esto no es universalmente cierto. Puede haber violencia sin despliegue de fuerza. Así, la no violencia de Gandhi, que no ejercía una acción directa sobre el aparato económico político de la potencia británica en la India, operaba de todas maneras una violencia pura, porqué frenaba el proceso de producción global. La violencia legal expresándose a través de las leyes codificadas, es otro ejemplo: las leyes implican una violencia latente y potencial que puede manifestarse si los individuos las rechazan y por otra parte esta violencia se presupone para poder establecerlas.

4.-La violencia parece en el devenir humano como una determinación invariante, incluso si ella no se expresa siempre del mismo modo. Opera en primer lugar en el momento del corte/separación entre los hombres y las mujeres de la comunidad primitiva, lo que permite la iniciación de un proceso de individualización que, en tanto negación potencial de esta, crea una violencia a la que responde la comunidad para detener el proceso, para inhibirlo. Además el corte provoca un desequilibrio tal que la comunidad no es capaz de auto-regularse y, por este motivo, hay una tendencia la crecimiento de la población que le cuestiona la estructura comunitaria; de esto la emergencia de lo político y de lo que será el Estado. Las comunidades reaccionan con violencia tratando de destruir aquello que emerge y trata de impedir que se autonomice. Si la violencia no llega siempre a la guerra (caso analizado por P. Clastres), puede tomar múltiples vías, en particular la de las trabas, a fin de frenar un proceso que niega la vida anterior.

5.-Las diversas rupturas del equilibrio en el medio ambiente debidas sea a fenómenos geológicos (glaciaciones, variaciones del nivel de mar también de los ríos, seísmos y erupciones volcánicas), sea a la actividad de los hombres y las mujeres, obligaron a los seres humanos a adaptarse y a adaptar su medio. Los hombres devinieron cazadores, mientras las mujeres inventaron la agricultura. Ulteriormente, la especie ejerce su violencia de otro modo, domesticando a los animales y a las plantas.

6.-A partir de este estadio se pueden señalar tres modalidades que ha tenido la especie humana de gestionar la violencia, que no han podido ser frenadas ni abolidas:
a.-La modalidad más o menos arcaica con las comunidades no desagregadas donde la política y, a fortiori el estado, no pueden autonomizarse. La violencia, cuando existe de un modo cinético es un asunto de toda la comunidad.
b.-El estado administra la violencia, pero no se autonomiza de la comunidad que es despótica.
c-El estado gestiona la violencia y da garantías más o menos importantes a los individuos que no están autonomizados y le han delegado la violencia, el poder, etc., a través de mecanismos muy complejos y de hecho por la existencia de clases. Es la existencia de estas últimas que dinamiza la violencia, de donde para que haya convivialidad, se necesita un mecanismo de conciliación que no concierne solo al estado, sino al conjunto de los hombres y de las mujeres: la democracia. Se la puede caracterizar a este nivel, como un proceso de interiorización de la violencia y por este hecho un motor esencial de la domesticación.

8.-La domesticación es un proceso por el cual la especie que lo sufre, es arrancada de su proceso de vida natural, y se sitúa bajo la dependencia del proceso de vida de otra especie. En el caso de los animales y de las plantas se hablará de su explotación; en el caso de los humanos, la domesticación –prolongación de la que se inflige a los animales- es el hecho de la aceptación del orden establecido sin que haya obligación (al menos en la fase final del proceso); es la eliminación de todos los instintos, de todas las pulsiones. Es pues un proceso de mutilación. Así los hombres y las mujeres no han podido yugular la violencia desencadenada por su devenir mismo (el momento de la ruptura y del desencadenamiento de la violencia puede ser la base de lo que en la representación religiosa es el pecado original, la catástrofe inicial, etc…) que domesticándose (la civilización, la educación y sus eufemismos).

9.-No se puede pues juzgar la violencia en si, sin referirse al otro fenómeno en escena desde hace milenios y que tiende a reducir a la especie a un estadio de decadencia extrema: la domesticación. Si se analizan las diferentes sociedades sólo desde el punto de vista de la violencia, se pueden considerar las de occidente, donde la democracia ha predominado, como más humanas, mientras las de oriente, donde reina desde hace tanto tiempo el modo de producción asiático, serían más bárbaras, en el sentido corriente del término. Es por esto que yo pude escribir: “En lo que concierne a la democracia política, es verdad que ha tenido el mérito de limitar los desbordamientos de la violencia” (“Marx et la Gemeinwesen”) pero esto no es válido añadiendo además la violencia enorme ejerciendo sobre el proletariado y los pueblos de color, más que teniendo en cuenta el resultado fundamental: la domesticación. La democracia no es realmente operativa más que si la domesticación es la vía de realización,consiguiendo hacer de los hombres y las mujeres partículas neutras. Entonces, podemos preguntarnos si la democracia representa alguna ventaja para la especie.

10.-Así para enjuiciar la violencia, es necesario considerar el proceso de transformación que ella efectúa, es decir el devenir que implica, lo que la pone en relación con el proceso de alienación; ahora bien esto no tiene que ser siempre necesariamente negativo: desposesión, extrañamiento, puede permitir igualmente una progresión. Del mismo modo se puede decir que la violencia es positiva cuando permite acceder a un estadio de vida más feliz, puede ser negativa cuando nos obliga a vivir bajo la dominación, la explotación, etc., y, a nivel individual, se puede añadir cuando se hace exterior a nosotros, de nuestro proceso de vida, sin permitirnos reencontrarnos junto a nosotros mismos. Dándose la primera posibilidad, es evidente que la utilización de la violencia ha podido ser reivindicada y que, entonces, la dificultad fue poderla controlar.

11.-Actualmente, a escala mundial, existe una convergencia entre la comunidad del capital, que solo se puede instaurar, en Occidente, a partir del momento en que el proceso de democratización, igualación, homogeneización, indiferenciación alcanza su máximo, y el modo de producción asiático sólo cuando el capital se constituye en comunidad y este suplanta a esta se puede escamotear la fase democrática para alcanzar la domesticación. En todos los casos la violencia existe por todas partes, sólo que está absorbida en instituciones o bien se enmascara con la mistificación democrática. Sin embargo, nuestra época es la que, cada vez más, presenta más dificultades para representar no sólo la violencia actual, sino también la acumulada a lo largo de los siglos. La única solución en el marco de la comunidad capital es la domesticación que no es de hecho nada más que la violencia congelada, porqué es más una inhibición absoluta que una destrucción.

12.-La toma de posición frente a la violencia depende de la percepción/comportamiento vis-a-vis del proceso, de la ruptura y del fenómeno que la causa. Especialmente se plantea la pregunta ¿la ruptura es necesaria?. Todo ello depende igualmente de la aceptación o no de la domesticación. Ciertos etólogos, como Konrad Lorentz consideran que el hombre es una especie que se auto- domestica, y consideran el proceso de domesticación, que es un proceso de socialización (de hecho de desposesión de los individuos), como positivo pues puede eliminar la violencia por inhibición de la agresividad que sería constitutiva de nuestra especie. Por este hecho, K. Lorentz tiende a exaltar los ritos, los roles que constituyen el hombre social, Poniendo cortapisas e inhibiendo al ser humano.

13.-El proceso de separación de los hombres y de las mujeres de sus condiciones inmediatas fue varias veces frenado y se constituyeron comunidades más o menos estables. Con el Capital se reemprendió a gran escala tanto en extensión como en intensidad; es lo que K. Marx analizaba diciendo que la separación es el primer concepto del Capital y ha mostrado hasta
qué punto la violencia está en la base de su desarrollo. Este proceso de separación que alcanza a todos los aspectos de la vida humana, se persigue a todo lo largo del devenir del capital;ciertamente contrabalanceado por un proceso de unificación en el que los hombres y las mujeres son recompensados a partir de sus mediaciones. La violencia se ejerce en tanto que fenómeno de despojamiento, y lo que fue extorsionado a los hombres y a las mujeres se englobó en el proceso de vida del capital. Es con la ayuda de elementos que, en otro tiempo, formaban parte de sui ser que se hacen ahora las mediaciones de reconstrucciones de unidades.

14.-Los hombres y las mujeres han luchado contra esta opresión-desposesión pero la mayor parte del tiempo sin reconocer su verdadera realidad de tal manera que las revoluciones que se iniciaron en el siglo XVI (actos de violencia por excelencia, pues deben destruir un proceso de la vida social a fin de permitir la instauración de otro) fueron provechosas a la dinámica del capital pues le permitieron eliminar una serie de obstáculos a su libre desarrollo. La liberación es violencia pues también consiste en la destrucción de trabas que inhiben una cierta voluntad de vivir, teniendo en cuenta que este proceso aporta un empobrecimiento, pues los hombres y las mujeres se liberan desposeyéndose, desnudándose de diversas determinaciones, lo cual facilita la ulterior domesticación. Ruptura de un proceso, separación, revolución, liberación, emancipación implican todos violencia. En el caso de la revolución, entendida como retorno a una forma de vida anterior, se presenta como el fenómeno que ha de abolir aquello que produce la violencia. Es a propósito de las revoluciones que se ha justificado e incluso reivindicado el uso de la violencia, desde un punto de vista inmediato, esto es justo. Los datos históricos han probado que siempre ha habido escapes de violencia, que fueron difíciles de controlar porque están arraigados en los dominios profundos inalcanzables, de los que ni se sospecha de su existencia. Más allá del hecho de que la serie de las revoluciones ha terminado, rechazo el proceso revolucionario y la exaltación de la dinámica de la liberación, porqué son, en definitiva, momentos y modalidades de acceso del capital a su plena dominación. Hemos dicho: es necesario encontrar una vía para eliminar la violencia y la domesticación.

15.-La violencia es igualmente reivindicada en tanto que medio para acelerar la aparición de la nueva sociedad, eliminando de manera draconiana todos los obstáculos a su nacimiento. No obstante las diversas revoluciones han mostrado que fue imposible dirigir la violencia, que esto solo lo puede hacer una dictadura muy estricta, feroz, lo cual va en contra del proyecto revolucionario. Además en la comunidad capital actual, saturada de violencia latente, potencial y actuante, todo intento de conducirla en una dirección dada está abocado al fracaso por la parcelización extrema de la humanidad. Esto no es una condena del proyecto de los revolucionarios de siglo pasado (el XIX), en particular el de K. Marx y F. Engels. Ellos razonaban en una sociedad menos evolucionada en la violencia que la nuestra y los seres humanos estaban menos separados que hoy en día. Hay que constatar que reivindicaron su proyecto en un camino determinado; ahora bien dado el acceso del capital a su comunidad, ya no es utilizable, no es compatible con nuestra aspiración a una comunidad humana.En fin, no decimos que debamos evitar toda violencia, pero podemos al menos evitar utilizar el mismo tipo de violencia que el capital.

16.-Así en el curso de la historia se pueden detectar dos modalidades de manifestación de la violencia: la de los oprimidos, de los explotados que intentan refundar una comunidad humana, y aquella de los dominantes, de los amos que quieren reactualizar siempre la ruptura, presentada como salida de la animalidad afirmando como principio de gobierno y de poder que el hombre no es un animal y que es preciso organizar a los hombres y a las mujeres de tal manera que no recaigan en la animalidad o en el caos. La violencia se manifiesta en la voluntad, afirmada a lo largo del tiempo, de querer organizar, dar forma al caos y todo esto se expresa en las diversas conductas humanas (particularmente en el arte). Dado que el principio de progreso –la salida de la animalidad- ha sido interiorizada por todos, amos y esclavos, explotadores y explotados, se comprende que la dominación de los seres humanos haya podido hacerse desde dos polos sociales, a partir de todas las clases.

17.-Las diferentes manifestaciones actuales de la violencia se producen (surgen) sobre la base de la comunidad actual del capital, pero al mismo tiempo tienen una dimensión histórica que acrecienta su intensidad. Se debe al hecho, a menudo indicado, de que las contradicciones han sido, en el curso del tiempo, englobadas y no resueltas y son generadoras igualmente de una inmensa violencia potencial.

18.-La separación de la comunidad inmediata original provoca un inmenso trastorno, un sentimiento de inseguridad (problema de la certitud de existir, de la presencia en el mundo…). Los hombres, las mujeres, buscan un cuadro, un mundo que les de seguridad. Esta búsqueda les conduce a inhibir o a aniquilar toda manifestación que pueda poner en cuestión el cuadro más o menos estable que se han creado. La violencia puede desaparecer simplemente de la desaparición de los límites, de las fronteras que encierran el dominio espacio-temporal y representativo en el cual se alojan los seres humanos. Pues entonces se produce un fenómeno de pánico y la energía, antes canalizada, es liberada brutalmente tendiendo en un efecto creador-destructor, como por arte de magia, a suscitar un nuevo cuadro de seguridad. Allí hay el desarrollo de una actividad conjuratriz. Este fenómeno se produce actualmente en todas las agrupaciones humanas conmocionadas por la introducción demasiado brusca del capital. Hay un fenómeno de huida que se puede reconducir a la violencia únicamente en la medida en que contribuye a destruir un cierto proceso de vida. Es una especie de locura (la locura resulta de una violencia sobre el ser humano, y puede ser ella misma violencia para restablecer o establecer un cierto proceso de vida) que hay que distinguir de aquella que se pone en marcha sobre la base de la expropiación total de los hombres y de las mujeres por el capital. Los totalmente desposeídos, devienen inútiles, no pudiendo ya, por causa del desarrollo de la técnica, asegurar un ligamen armonioso entre la actividad de la mano y la del cerebro; tienen una energía que no pueden desplegar, es entonces que la liberan en una “violencia ciega” (se la describe así), que consiste por ejemplo,en esos jóvenes que se aplican a destruirlo todo sin decir nada ni manifestar ninguna
reivindicación. Los seres bloqueados, inhibidos en su proceso de vida pueden llegar hasta la autodestrucción; la violencia afecta entonces al sujeto mismo que la despliega.

19.-Los seres humanos han creado diferentes medios para reencontrar la seguridad perdida. Si la religión todavía tiene pujanza (por ejemplo el islam), se debe, no solamente a su carácter comunitario, sino también a que asegura a los hombres y a las mujeres, definiéndoles y marcando su dominio de vida. De aquí el fanatismo religioso engendrado por el miedo a perder la seguridad. No es necesario siquiera poner en cuestión su dominio de certitud; la simple duda puede significar la no utilidad de su presencia en el mundo. La religión, sobretodo en occidente, pone a hombres y mujeres en un proceso de vida dominado por la renuncia; no se vegetal, animal ni humano. Es la reforma de la comunidad sobre una base totalmente extraña. En reacción, se comprende que se den diversas tentativas de constituir religiones naturales. La fuerza del estado procede de los mismos elementos. Este deseo de orden, de seguridad, se encuentra igualmente en la ciencia, que saca su fuerza de que determina a priori su dominio de validez, las fronteras dentro de las cuales es operativa. La ciencia igualmente tampoco está al abrigo del fanatismo. Además la ciencia experimental está directamente fundamentada en la violencia, puesto que su actuación consiste en romper los diversos procesos físicos o biológicos para comprender sus mecanismos. Si la religión desemboca en una violencia sobre hombres y mujeres, la ciencia, en tanto que violencia sobre el mundo y los seres vivos, puede llegar ahora con la sociología y la psicología a ejercerla sobre los seres humanos. La violencia es aquí justificada mediante la superioridad del ser humano sobre los animales y a la necesidad del orden. En fin, gracias al arte los seres humanos han buscado crearse un universo donde sean la medida de todas las cosas.

20.-La separación de la comunidad original supone el surgimiento de la dicotomía exterior/interior y sobretodo aquella entre sí mismo y el otro que fundamenta el problema de la identidad de los dos puntos de vista.
a./ desde el sujeto, de uno mismo, en este caso la identidad es sinónimo de originalidad, del conjunto de caracteres que le determinan en su individualidad;
b./ desde el otro: se trata entonces de saber cuál es su relación con uno mismo, cual es su diferencia más o menos grande, y si esta es compatible, etc.
Es cierto que la cuestión de la identidad está totalmente ligada a aquella de la seguridad, porque el surgimiento del otro, en su diversidad, puede poner en cuestión la identidad de uno mismo, del sujeto, lo que demuestra que el otro está en relación igualmente con el proceso de individualización.La afirmación de un diverso siempre se ha percibido como un fenómeno de agresión, como una amenaza sobre la identidad y al sentido de uno (por ejemplo el caso de la comunidad judía). Es posible que la locura nazca con la fragmentación de la comunidad pués el otro es un diverso que pone en cuestión lo mío, y el loco es aquel que amenaza a la comunidad. Ahora bien el ser individualizándose, emergiendo de su comunidad, difícilmente consigue reencontrarse cerca de ella después de haber hecho esta incursión fuera de la comunidad, que tiende a partir de entonces a rechazarle. La violencia se manifiesta en todo el proceso de identificación donde, gracias a un acto que permite al individuo separarse de su medio original, hay adhesión a una comunidad dada. Desde este momento hay un derecho a identificarse con ella, se ha adquirido una identidad. Este fenómeno aparece en parte en la iniciación: corte con el antiguo estado en la iniciación primitiva; corte con el antiguo modo de vida en el caso de los místicos (por ejemplo el caso extraordinario de Milarepa). La ausencia de iniciación en el mundo actual hace que exista una cierta cantidad de energía que se liberará no importa cómo. En nuestros días todo el proceso de la vida ha sido perturbado, machacado, deformado; es el resultado de los fracasos en los que los seres humanos no sabiendo encontrar una realidad donde ser feliz, no puede existir más que destruyendo o destruyéndose; pues destruir es un simulacro de crear y de conjurar. Esto actúa en los diversos rackets que se multiplican en la comunidad capital (formación, por ejemplo, de pequeñas micro-comunidades a partir del modos de actuar diferentes que se excluyen, de aquí la violencia y triunfo de la comunidad capital). Igualmente todo esto opera en las relaciones entre hombres y mujeres de aquí la puesta en cuestión de los roles que fundaban su identidad.

21.- El desarrollo de la comunidad capital se ha hecho de modo que garantiza una seguridad y una identidad al individuo, es decir que le confiere un cierto ser que puede definirse ya como social para indicar su origen, ya comunitario para señalar mejor en qué estado del devenir nos encontramos. Las mujeres y los hombres sienten cada vez más que viven en un patíbulo y en una abstracción (el desarrollo del capital supone y va acompañado de un inmenso proceso de abstracción, otro modo de significar-realizar el proceso de separación), y que no pueden acceder a una realidad más que a través de mediaciones; de ello surge una violencia aparentemente irracional, inexplicable, para destruir el ser social que les aprisiona; con el fin de encontrar una inmediatez a menudo difícilmente definible. Tal es la expresión de una violencia –en general condenada- contra una violencia cristalizada y estructurada, pues se trata de la racionalidad de un mundo que se nos escapa que hace que la percepción que se puede tener de uno mismo quede ilustrada por la idea de ser echado al mundo por la fatalidad a la que hay que plegarse, a esto se ajusta la percepción de que todo
está ya jugado desde que uno nace. La reducción de la vida a una rutina absurda (y lo absurdo contiene la violencia, ya sea directa
sobre nosotros o su desviación) se expresa muy bien en el “metro, trabajo, dormir” para el adulto, mientras que en la escuela el niño comienza a ser preparado. Sobretodo actualmente que, a consecuencia del movimiento de abstracción cada vez más pujante, la fase de la infancia tiende a reducirse. Los niños a los que se intenta hacer adquirir muy temprano abstracciones difíciles se rebelan de diferentes maneras, a menudo insidiosas, derrotando sociólogos y psicólogos. Se nos impone un tipo de vida, una alimentación que hemos de absorber a ciertas horas, un modo de vestirnos, etc. Se constriñe a todo el mundo a proceder del mismo modo sin siquiera
poner en cuestión si todo esto corresponde a la realidad de nuestros seres biológicos. En la medida en que el fenómeno de masificación-homogenización tiende a frenarse, la diversificación no lleva a que los individuos puedan espontáneamente afirmar su diversidad, sino que les lleva a micro-comunidades. El lenguaje verbal presenta una estructura constriñente, reforzada, en tanto que lenguaje particular, por su relación con el Estado. Nos atrapa e inhibe la creación. Para sobrepasar la violencia es necesario saber que es el hombre, la mujer, y comprender nuestras raíces, así como descifrar la sedimentación de conocimientos que se abstraen en una lengua dada, una cultura, en la cual estamos deglutidos.

22.-Para los etólogos la violencia estaría en relación directa con la agresividad humana y se manifestaría particularmente en la defensa del territorio. Sin embargo se olvida totalmente el estudio entre seguridad y espacio determinado sobre un territorio que permite una representación dada. No se trata de un simple fenómeno de propiedad privada, sino de una cuestión de representación como uno puede darse cuenta cuando estudia la cuestión desde los diferentes esquemas cosmogónicos adoptados por el ser humano y las dificultades que siempre ha habido para revocarlos (por ejemplo la lucha de la iglesia contra el esquema heliocéntrico). En consecuencia el crecimiento demencial de la población no puede conducir más que a la domesticación y al despotismo generalizado, porqué sino corre el riesgo de explosión. Este aumento tiende siempre a reducir el espacio disponible para cada ser, de ahí, para Honrad Lorente, la inevitabilidad de los encuentros generadores de violencia, en la medida en que los ritos de evitamiento y jerarquización desaparecen o se debilitan. Pero lo que es más determinante es la imposibilidad, cada vez más acusada, de representarse; los seres humanos no tienen ya ningún asidero. Esto que revela de un modo sangrante en el seno de todas las poblaciones urbanizadas en las que se pierde toda la amplitud de perspectivas y donde las pulsiones son castradas. La reducción de los hombres y de las mujeres en el espacio y en el tiempo, todavía les concede la posibilidad de representarse; su expulsión del espacio y del tiempo les reduce a partículas neutras, haciéndoles dependientes del campo de vida del capital, son domesticados. Para eliminar las fricciones, lo mejor es todavía hacer a todas las personas idénticas, de ahí la homogenización actual (precedida por el fenómeno de democratización); por otra parte para poder dominar, organizar, es necesario reducir a todo Edmundo a la misma situación.

23.-Las otras soluciones para eliminar la violencia desembocan también en la domesticación: tolerancia y relativismo. Tolerar se convierte en aceptar, a menudo materializándose defendiendo (históricamente esto se debió a que los grupos humanos no tenían fuerza para imponerse) la posición de los otros. El relativismo nace de la afirmación que no hay nada absoluto (ningún dogma), y se sobreentiende la idea de que en el fondo todo es posible y por la duda sobre la validez de lo que avanzado. En los dos casos se desemboca en la aceptación; y sobretodo los adeptos a la tolerancia y del relativismo son igualmente partidarios de la libertad. Ahora bien es imposible limitar esto a un campo restringido, por lo que en el límite –a menudo alcanzado- la libertad es el derecho a ser débil. Tolerancia y relativismo se fundan sobre el principio de la justificación que es un principio de la aceptación de lo inmediato; es el florecimiento del inmediatismo. Para tolerar y hacerlo todo relativo (principio de indiferenciación), los hombres y las mujeres han llegado a inhibir sus pulsiones, a auto-limitarse, a manifestarse con una intensidad débil, con retención, hasta tal punto que el hecho de afirmar con fuerza su modo de ser, lo que se piensa, etc. de un modo seguro y determinado, es considerado como intolerancia, incluso una violencia o un despotismo. Esto es muy visible en la hora actual, en que gran número de personas, traumatizadas por los nazis, el stalinismo y otros terrorismos, consideran que hay que aceptarlo todo y de una manera neutra (Cifran)=. La pérdida de pasión, la pérdida de energía es considerada como un ideal a alcanzar. Hay cada vez más suicidas vivientes. Tolerancia y relativismo nacen como reacción contra el despotismo; el movimiento antiautoritario surgió en oposición a autoritarismo rigorista ligado al despotismo del capital en su fase de dominación formal de la sociedad. El también ha recolectado solamente una parte de la realidad y desemboca en la domesticación. Pues la educación antiautoritaria desemboca en una dimisión de la afirmación de los progenitores que no proporcionan ya referencias, ni cuadros globales para desarrollarse a sus hijos. Esto supone una pérdida del potencial energético y no es sorprendente que las generaciones criadas según los principios anti-autoritarios busquen en la droga una realidad más fácilmente accesible y que no se escabulle, por lo que todo esfuerzo es vano. Pues el corolario de la pérdida de energía es la huida ante el esfuerzo que es puesto en todos los casos como constreñidor y como afirmación de la violencia. La sociedad permisiva es la sociedad de la domesticación. Tolerancia y relativismo son parte integrante del proceso de recuperación del capital, de tal modo que hay una imposibilidad práctica de “estar en contra”, de ponerse “revolucionario”, de aquí el recurso a la violencia a la que se entregan ciertos revolucionarios actuales, y que permite en fin ser reconocido como oponente.

24.-Es conveniente identificar los fenómenos que se caracterizan como violentos sin participar obligatoriamente de una violencia, lo que no quiere decir que esté totalmente ausente y que no exista el riesgo de que opere. Pero querer disminuir la intensidad de estos fenómenos, para conjurar una violencia hipotética e incluso imposible, es castrar los seres, domesticarlos. Mientras mas se pretende hacerlo, más se traduce en pérdida de energía de los hombres y de las mujeres, en degeneración. Se olvida demasiado que vivir es arriesgarse a morir. Así, en el amor, muchos rechazan la pasión (haciendo una separación tal me meto en el terreno de estas personas para explicarme), porque aquella es violenta. ¡Es verdad! Como es verdad también que puede ser violencia, no por el hecho de que el ser no amado pueda destruir a aquel que ama, sino porque cuando el proceso de amor no se completa enteramente, puede conducir a la locura. La afirmación de uno mismo –en un mundo donde cada uno esta terriblemente negado por la realidad del capital, y donde la realidad tolerante tiene un puesto de honor- es frecuentemente vivida por los otros como una agresión. Estos fenómenos señalan la degeneración de la especie ligada a la pérdida de territorio, de espacio, a su sometimiento a un tiempo mecánico, a la pérdida de la dimensión cósmica, de la pujanza biológica por pérdida de sus raíces, del hecho de la reducción de la comunidad a la familia nuclear, a veces menos. Se comprende entonces que haya personas (sobre todo después del fin del último siglo, en particular Gobineau, NT.-se refiere al siglo XIX/XX) asustados ante esta degeneración que buscan una solución en el elitismo, que llega a desposeer a una multitud de seres de sus posibilidades o negarlos e inhibirlos, elitismo que puede acabar en racismo.

25.- Hay comportamientos humanos que se consideran como neutros por así decir, y que de hecho revelan una forma atenuada de violencia: la inhibición que consiste en bloquear el devenir de un proceso. Cuando uno se entrega demasiado para ser reconocido, para afirmarse, no se da cuenta que su supuesta entrega es un atasco para el devenir del otro. Esto es el egocentrismo, un deseo de valoración, de capitalización, etc. Ahora bien hay una gran tendencia hoy en día a que los humanos presumen de mediadores necesarios y, a veces, absolutos, esto crea la dependencia. Crear dependencia en el otro, es comenzar a domesticarlo. Esto es esencial en las relaciones del niño. Casi todas las pedagogías, las educaciones, las instrucciones indican una violencia, pues no respetan el proceso de vida del niño que tiene su ritmo propio. Revelan en realidad enderezamiento y un amaestramiento. Todas las formas de inhibición derivan del hecho que aquellos que las provocan tienen la necesidad de ser reconocidos, de afirmarse, etc…. De hecho tienen siempre la tendencia de sobrecargar sus actos de datos materiales e inmateriales (significaciones, afectaciones….). Son seres dependientes que no se pueden preservar más que haciendo dependientes a los otros. No pueden vivir la simultaneidad de vidas que está más allá de la simple aceptación de los otros. Es por esto que el silencio -momento de calma y de densidad de asimilación del otro en su situación en el mundo, en su relación cósmica y en su intimidad, manteniendo al mismo tiempo la propia realidad- deviene rara en la comunicación entre hombres y mujeres. La existencia de la dependencia está acompaña por la búsqueda de la autonomía que desemboca a menudo en otras formas de violencia, en la medida en que para acceder a ella los hombres y las mujeres deben romper los lugares de su proceso de vida. Esto puede ser positivo, pero, como esta autonomización opera en el seno de un medio individualista, es absorbida por el proceso capitalista de separación de los seres humanos y su reducción a partículas neutras. Esto desemboca en la soledad. El peligro de la autonomía es la destrucción de toda posibilidad de Gemeinwesen.

28.-La comunidad capital ha desarrollado medios de integración de los hombres y de las mujeres en su proceso, que no recuerda, a lo que comúnmente llamamos violencia, puesto que no pone en juego fuerzas directamente constringentes, aptas para causar daños. La más elaborada es el marketing. La publicidad es uno de sus pilares. Es, como la moda, la seducción del capital, y consiste en incitar en los seres humanos una cierta sensibilidad, inducir un comportamiento que les hace buscar los productos materiales o inmateriales que el proceso global del capital engendra. La seducción es una violencia para los seres domesticados; esto
pone, por ello mismo, el problema de su consistencia en relaciones humanas aun no infectadas por el capital. En la moda entra en juego la imitación, fenómeno profundo donde hombres y mujeres buscan modos de ser, conductas para tener un asidero en el mundo. La perversión de este impulso es una violencia ejercida sobre la especie. También buscan un medio de identificarse con un
grupo y de separarse de la situación en que se encuentran en un momento dado. Una forma de violencia que a menudo pasa desapercibida y que por tanto es muy potente porque desarraiga a los hombres y a las mujeres de su realidad, se encuentra en la interiorización del postulado que afirma la imposibilidad del goce, que Marx, con toda la razón, consideraba como característico del capital. De aquí un doble fenómeno: por una parte es necesario que los hombres y las mujeres devengan unos hastiados (con falta de entusiasmo, dificultades para dedicarse a una cosa o a un ser) para buscar la curación gracias a diversas terapias psicológicas, por otra hace crecer la intensidad necesaria de los fenómenos que han de engendrar el goce. Esto ocurre también con la agresividad creciente del medio en que se vive. De aquí la situación contradictoria: cuanto más los seres humanos debieren neutros, faltos de energía, por tanto incapaces de afrontar la violencia, más importantes son las cantidades de estimulación necesarias para acceder a las emociones. La necesidad de droga es la mejor ilustración de esta impotencia para el goce. El resultado es otra vez la destrucción de los seres, su domesticación, pues dependen cada vez más de la comunidad capital. En este terreno que tiende a invadir todo el campo de vida, la violencia se manifiesta por su apariencia y no por su realidad; tenemos el espectáculo de la violencia que sirve mucho a unos seres pasivos y dependientes. Este análisis es igualmente verificable tomando el caso del amor, en el cual interviene cada vez más el sadismo y sobretodo (muy probablemente) el masoquismo que traduce mejor la dependencia de los seres. Sin embargo es muy difícil determinar la relación exacta entre los que es llamado perversión y la violencia. Es mediante el crédito y la inflación que los hombres son arrastrados a la búsqueda de un goce nunca accesible, nunca gratificante.

28.-El terrorismo es la violencia exacerbada, es por esto que incluye la posibilidad del exterminio, de la destrucción. Fue preconizado –revolución de 1789- para defender un procesoiniciado, Marx se inspira en ello para teorizar la necesidad de la utilización del terror rojo (artículos de la Neue Rheinische Zeitung). Fue concebido igualmente –tanto por los revolucionarios franceses como por Marx- como el único método para acelerar la transformación revolucionaria y disminuir la cantidad de violencia. Esta última siendo considerada como partera de la historia, la utilización del terror permitía reducirla a lo estrictamente necesario. Era necesario un medio de controlar el terror, para evitar que se autonomizase; Robespierre tomo para ello la virtud y Marx la organización homogénea de un partido (que se concretizó en Lenin y los bolcheviques). La violencia revolucionaria necesita no solo una justificación (su objetivo: fundar un nuevo proceso en el seno del cual los hombres y las mujeres podrán al fin desarrollar su humanidad) sino también una mediación mostrando de este modo su heteronimia. Además, la virtud, por ejemplo, es un equivalente general, como Dios, libertad, justicia, etc. Deriva de e implica violencia por sí misma, lo que es el destino de toda equivalencia general, solo posible en un proceso de reducción-abstracción.

29.-No alcanza solamente a aquellos que toca directamente sino también a aquellos a los que no alcanza (es violencia e inhibición a la vez). Hay efectivamente transmisión de un mensaje que, en el caso de ser emitido por el polo de poder en plaza, puede llevar una advertencia significativa de que la revuelta es imposible y que toda tentativa está abocada al fracaso y a una inmensa represión (no se puede pues romper el proceso), en el caso de que proceda del polo revolucionario , exalta la necesidad de romper, señala lo intolerable de estar en una sociedad dada, muestra que el rey no es el rey más que porqué unos sujetos le reconocen como tal; hace resurgir la “identidad” es decir la realidad propia de aquellos que son explotados, como ha señalado Frantz Fanon o el Black Power, particularmente con su eslogan “Black is beautiful”. Es evidente que el terrorismo resalta la cuestión del lenguaje (sobre todo en la dimensión inhibidora), de la comunicación entre el individuo y el grupo, entre el grupo y la clase o el pueblo, es necesario un acto de violencia que rompa, haga pedazos una representación dada para que las masas accedan a una cierta comprensión de la realidad (temática de los populistas, la de aquellos que quieren despertar al proletariado de su letargo, la de Mussolini considerando a sus contemporáneos como cadáveres a los que hay que echar cal viva para retornarles a la vida). Sin embargo, como no hay rey, el terrorismo se democratiza y deviene más mortífero pues está obligado a matar a un gran número de personas, para dar un sentido y crear un centro de polarización de fuerza. Es por esto que actualmente, los mass media son más determinantes para la creación de una pasividad en los hombres y en las mujeres para su domesticación. En las zonas más evolucionadas de la comunidad capital, no hay necesidad de recurrir a la guerra para domesticar. Se vive con un terrorismo más o menos interiorizado y letal.En la comunidad capital, el terrorismo puede surgir para crear diferencias a fin de restablecer los flujos, sino la igualación provocaría el estancamiento; los hombres mismos recurren a ello para diferenciarse, para ser reconocidos. Además en el capital, no siendo más que representación, todo deviene una cuestión de poder y este no puede aparecer más que a través de una manifestación de fuerza. La violencia, cada vez más, es el pienso de este mundo. El terrorismo puede relacionarse también con el fin de la política, la desaparición de ciertas reglas aptas para controlar la violencia (la política ya no gobierna nada). El hecho de que la violencia revolucionaria, para que sea operativa devenga fácilmente en terrorismo, está determinado cada vez más por la pérdida de energía de la gente, por la apatía; son necesarios fenómenos cada vez más potentes para emocionarles; pues mediante los mass media la gente está saturada de violencia, que deviene una banalidad, como con otras emociones, todo puede parecerles natural. Ahora bien el terrorismo debe hacer resurgir una realidad en sus determinaciones destacadas con la finalidad de que los seres humanos se vean
obligados a tomar posición con relación a ellas.

30.-Algunos pensaron que el único modo de evitar el despliegue de la violencia y del terrorismo era intervenir solamente en el momento en que la situación estaba ya madura. Se fundaban en la teoría de Marx de que un cambio social solo se puede producir cuando las fuerzas productivas han alcanzado un cierto grado de desarrollo y cuando entran en conflicto con las relaciones sociales. El conjunto social es entonces catapultado hacia un proceso de transformación por el hecho de que la inmensa mayoría de la población está concernida. No pueden haber desbordamientos de la violencia. Esta es la perspectiva socialdemócrata, que se puede localizar bajo su forma más moderada en Kautsky y bajo su forma radical en Rosa Luxembourg. El gran problema era saber determinar el momento de madurez. He aquí la necesidad de ser capaz de esperar, que induce a frenar el deseo de cambio por parte de los más desheredados. De aquí la formación de la conciencia represiva y de una inhibición social y histórica. En este caso la intervención se reduce a muy poco: la voluntad no tiene importancia y es considerada como un defecto. Esta concepción solo puede ser válida si el proceso de vida del capital no tiene consecuencias sobre el comportamiento del obrero. Pero, y Marx lo puso ya en evidencia en el libro I del Capital, el obrero tiende a ser domesticado puesto que considera la dominación del capital como un fenómeno natural; en una etapa posterior, cuando pasa de ser simplemente un productor a productor-consumidor. En este caso ni siquiera se puede considerar una dominación puesto que lo ha interiorizado, se ha integrado, es probable que la intervención
revolucionaria que deseaba Marx fuese necesaria para escamotear esta fase, lo cual indica que el capitalismo no desemboca obligatoriamente en el comunismo, para que esto sucediese sería necesario que los seres humanos fuese todavía capaces de actuar, siempre llenos de su furor revolucionario.

31.-A menudo, a lo largo de la historia ha habido situaciones de liberación a la violencia, del terrorismo, durante etnocidios, genocidios, de momentos de locura colectiva. En nuestros días una tal liberación se renueva constantemente a causa de la necesidad de aplastar cada vez más violentamente la imaginación de las gentes engullidas en una pasividad y desorientadas por la evanescencia de los roles. Generalmente se puede constatar que el terrorismo se desarrolla durante el final de los períodos históricos, cuando es difícil situarse. El de fin del siglo pasado (XIX) (anarquistas individualistas) era el indicio del fin de la sociedad burguesa, que se realizó plenamente con la guerra 1914-1918; el terrorismo actual manifiesta la muerte potencial del capital. Serán catástrofes diferentes a una tercera guerra mundial, muy improbable, que le destruirán realmente. El terrorismo mana, en este caso, de la imposibilidad de recolectar la raíz del mal. En este momento en que haría falta ir hasta la raíz de las cosas, la violencia que busca abolir las causas de lo que mina la sociedad, no alcanza su objetivo, derrapa y hay liberación.

32.- Puesto que la salida del impasse actual no se puede buscar en el interior de la comunidad capital, sinó fuera de ella, es necesario abandonar este mundo, hay necesidad de una intervención y por lo tanto también de una violencia, porque es necesario arrancarnos al proceso de vida dominado por el capital. La aparición de una diferencia engendra violencia de la parte que se siente amenazada. Será preciso pues defendernos. No se puede evitar la violencia, pero se puede, es necesario repetirlo, evitar ponerse en el mismo plano que el capital. Nuestra violencia consistirá se ponernos fuera de su esfera, que es el único modo de llevar la intervención hasta la raíz y privar así de fundamento a una multitud de fenómenos de violencia. Se puede en cambio evitar la domesticación. Nuestra salida del mundo nos permitirá acceder a un potencial de energía que será un inmenso potencial de rechazo. Nuestro devenir será abolir el vagabundeo milenario para reencontrarnos en tanto que especie-phylum ante la realización del fenómeno reflexivo de la vida, en simbiosis con los otros seres vivientes, en el seno de la especie, la ascensión-realización de la individualidad-gemeinwesen, es decir que el hombre, la mujer vivirán modalidades simultáneas e interpenetradas.

33.- Antes de señalar la posibilidad de una vía de vida fuera del capital, es necesario considerar la violencia en tanto que conducta humana en la naturaleza, es decir en tanto que intervención de la especie. Se ha indicado que la caza, la agricultura, la cría de ganado, la domesticación, son actos de violencia igual que la intervención médica, científica, etc. Desde este momento el problema de la violencia se reduce al de la validez de la intervención y, por vía de consecuencia a la de una terapia, puesto que se utiliza, por regla general, para paliar los inconvenientes de una intervención de resultados negativos. Es evidente que el rechazo a la intervención conducirá a la especie a una pasividad que le conducirá a sumergirse en la naturaleza, lo que no será el retorno a un estado primordial, sino una degeneración total. La intervención debe hacerse conociendo los diferentes procesos de la vida y, a menudo, sin sustituirlos por profetas. Esto deja a la especie el campo de intervención que es creativo en función de todas sus determinaciones propias, de la que la más esencial es la reflexividad, la cual está incluida en el fenómeno de vida global en la que hemos de permitir el florecimiento.

34.- El fenómeno del nacimiento ilustra perfectamente nuestra afirmación. Es un proceso que hace pasar de una manera continua al ser desde una vida acuática a una vida aérea. Para esto hay una serie de mecanismos que intervienen para permitir al feto, a través de fases que se suceden en un orden riguroso y con una duración determinada, el nacimiento como niño humano. No hay violencia; lo cual no quiere decir que el fenómeno no sea violento, es decir cargado de una gran potencia, poniendo en acción una gran cantidad de energía. En efecto los esfuerzos del niño para salir de la cavidad maternal, los de la madre para expulsarle, no son de
débil amplitud. Pero la violencia cuando hay oposición al proceso como se hace actualmente de un modo regular en el parto.
La educación del niño, su instrucción, debería ser también una transmisión sin violencia, es decir capaz de hacer franquear los diversos momentos de adquisición de la madurez sin hurtar su ritmo de vida (lo que está indicado para el nacimiento, lo está también para el destete, la pubertad, etc.) será necesaria una especie de iniciación no a la autonomía, sino a la realidad que no está nunca parcelada, donde cada uno de nosotros desarrolla su individualidad- gemeinwesen. Puede parecer que la iniciación, tal como se hacía en sus orígenes, era un momento de vida en que coexistían dos fases de vida del niño, de tal modo que en el curso de las sesiones donde todo era exacerbado, le era posible efectuar de un modo quizás no indoloro pero sin violencia, el salto de una fase a la otra. La iniciación contradecía la representación de todo lo que ha de ocurrir, de aquí la posibilidad de una toma de posición por parte del niño que se adueña de lo que vendrá, que efectúa un cierto aprendizaje. No se le coloca simplemente ante lo desconocido, que podría aterrorizarlo. Para evitar la violencia es necesario respetar las relaciones entre filogénesis y ontogénesis. En el curso de esta última, hay en parte recapitulación de la primera. Es lo mismo que ocurre en las relaciones entre individualidad y especie. A fuerza de querer acelerar la sucesión de fases y escamotear algunas, se producen seres mutilados. Por otra parte –y esto es especialmente válido en el segundo campo (el del desarrollo- si el proceso no se sigue en su totalidad provoca un “inacabamiento”, inducirá en el ser inacabado una propensión a revivir el proceso con el fin de alcanzar su cumplimiento. De aquí la producción de adultos no maduros, dependientes totalmente de una infancia más o menos lejana e incumplida. En algunos casos el método de instrucción actual triunfa y los niños alcanzan el extraordinario grado de abstracción que reclama el desarrollo del capital, pero esto es a costa de su afectividad, de su espontaneidad… esto forma seres en los que toda sensibilidad está atrofiada, serán aptos para ser los jefes imprescindibles para la comunidad capital.

35.-Hay que acceder a la abstracción (realización perfecta de la reflexividad) pero el camino para llegar a ella debe ser más lento, pero sobretodo particular para cada uno. Se adquirirá a través de modalidades que no excluyen nunca tomar en cuenta constantemente la totalidad. Es preciso que los hombres y las mujeres puedan integrar las fases anteriores que son instantes de vida de sus predecesores, cosa que hace que estos no hayan vivido en vano y mantienen una continuidad real entre todas las generaciones. La violencia reside en la interrupción de todo esto. Así las diferentes etapas en la adquisición de la lectura, de la
escritura, del razonamiento matemático, de las diversas lógicas, pero también de la historia, dela filosofía, etc. (partiendo del saber separado actual, pues está claro que ya no serán impartidos siguiendo la división en disciplinas) deben ser afrontadas de una manera totalmente diferente a la de la actualidad, esto depende por otra parte de un modo de vida menos abstracto que el actual. Un ser que no ha alcanzado de una manera armoniosa los diferentes procesos que deben constituirlo es un ser dependiente, y lo es más mientras no conozca la raíz de su enfermedad, puesto que hemos visto que nuestro proceso de producción en tanto que ser femenino o humano está integrado por dos fases muy antiguas, que forman parte de la filogénesis. Por otra parte este ser dependiente a menudo recurre a la violencia para enmascarar la máscara que le mina.

38.-En definitiva la mayor violencia que ha producido la especie, es la que se ha ejercido sobre ella misma, autonomizándose y volviéndose inadecuada a su ser biológico. Esta diferencia, que se ha vuelto enorme, es la que causa la necesidad de todo tipo de intervenciones y de violencias. El espacio potencialmente frugívoro se ha transformado en carnívoro, después en omnívoro
dominantemente carnívoro, comiendo cada vez más productos cocidos y transformados, la cocina es la peor invención que hace posible la domesticación, es lo que ha engendrado una multitud de enfermedades que a su vez precisan la elaboración de multitud de medicinas, que sobre todo en las terapias más modernas, contribuyen a desarraigar a los hombres y a las mujeres y a situarlos fuera de su naturaleza. El mismo proceso se ha realizado con la desposesión del gesto, de la palabra, de la imaginación: la especie tecnificada esta privada de la técnica –salvo una minoría cada vez más reducida- y esto es el resultado de la labor del capital y de la de algunos de los que consideran que la técnica es un mal. La técnica no es aquello que pensaba Aristóteles, lo que es necesario para corregir los errores de la naturaleza, es el elemento fundamental que permite reactualizar todo tipo de posibles realidades para otras especies. A través de la especie humana, la vida no se desarrolla, sino que se empobrece.

37.-Acabar con la violencia implica abolir la dependencia que es la confirmación de la separación entre ellos mismos, y la consagración de la violencia original, fundadora del desarraigo, lo cual desemboca en la destrucción de la base de la domesticación. Esto no quiere decir abolir los ligámenes entre miembros de la comunidad sino al contrario, postula la necesidad de no estar nunca más separado, porqué la separación reclama la producción de medios externos para restablecer la unión. El término de simbiosis puede evocar la abolición de la dependencia. El rechazo de todo esto se expresa en la voluntad de redescubrir el cuerpo (por la acción de la abstracción, exaltación de la separación), que es voluntad de pertenencia y de hacerse cargo; de aquí el rechazo del poder médico, de toda terapéutica y de la búsqueda de unaalimentación sana, adecuada a nuestro ser biológico, lo cual sobrepasa la problemática de la agricultura biológica actualmente de moda. Siempre habrá una posibilidad para la violencia entre los hombres y las mujeres puesto que continuaran deviniendo. Este devenir no puede estar exento de ruptura, pero la Gemeinwesen será apta para frenar el fenómeno de la violencia, como podrá hacerlo para otro devenir alienante. Esto es esencial, porqué la teorización de la no violencia es afirmación de una pérdida de voluntad, de energía de los hombres y de las mujeres; la desaparición de toda afirmación, la evanescencia tolerante. Afirmar la eliminación de la violencia destructiva no implica reivindicar una enervación o una debilidad, al contrario, como más regenerado se este, más apto se será para vivir fenómenos “violentos”, fuera de toda monotonía. La Gemeinwesen debe integrar pulsiones de gran energía, sino se pone a la comunidad en un estilo de vida utópico donde todos los seres son idénticos y armoniosos. La armonía es a menuda la ausencia de vibración profunda.

38.-Para acceder a una comunidad humana integrada en el cosmos, es necesario romper con este mundo. La mayor parte de los hombres y de las mujeres sienten que es necesario encontrar un camino diferente al que hemos transitado hasta ahora, sólo que tienen miedo de dar el salto, miedo cultivado por el modo de vida concedido por la comunidad capital. “Es aquí donde hay miedo, es aquí donde hay que saltar” Ejerceremos alguna violencia sobre lo que sea para lograr este salto. Cada uno ha de sobreponerse a su miedo y comprender la inmensidad de la apuesta, entreviendo la vida futura. No podemos ya seguir utilizando la eventualidad casi cierta de catástrofes próximas para exhibir un discurso terrorista a fin de vencer la duda y el miedo. Todos los hombres y todas las mujeres tomados individualmente deben producir el esfuerzo necesario para tomarse ellos mismos a su cargo, para fundar una nueva comunidad. Actualmente coexisten el viejo modo de vida y la posibilidad de otro. El paso del uno al otro es un proceso de nacimiento. Sin embargo dadas las innumerables contradicciones acumuladas y no resueltas en el curso de milenios, y la degeneración de la especie, está claro que la violencia no podrá ser evitada. Perinola reivindicamos. La constatamos, del mismo modo que somos muy conscientes de que la dinámica de salida del capital es una violencia contra su proceso global.

39.-Es necesario constituir un centro de vida-reflexión fuera de la violencia y de la domesticación.

Observación Transicional

El estudio de la violencia implica una toma de posición en relación a la evolución de la especie. Por eso debemos abordar, a fin de realizarla, todos los aspectos de la vida humana y femenina en los últimos miles de años. De hecho, tan solo la hemos rozado y no podemos ser exhaustivos. En consecuencia, vamos a reexaminar esta evolución desde ese punto de vista, dirigiendo nuestra atención a la identidad, la abstracción, la representación, el valor, la alienación. En lo que concierne a la abstracción, esto tiene una importancia considerable, ya que se trata de realmente aprehender el movimiento de la vida que se produce a través de la especie. Volveremos muy particularmente sobre el momento del corte y su relación con la inseguridad y con la temática del fin del mundo.

Hemos utilizado, para conducir nuestro análisis, los conceptos de fuerza, de energía. Pero la búsqueda de una representación diferente implica que tendremos que poner estos términos en tela de juicio, por lo que probablemente seremos llevados mas tarde a re-exponer el fenómeno de la violencia.

Finalmente, la comprensión del texto que precede presupone que se acepte el análisis de Marx en lo concerniente al devenir de las sociedades de clase, y que se tenga en cuenta todos los textos publicados en Invariance, muy particularmente Capital et Gemeinwesen, que aporta los conceptos fundamentales ofrecidos en el estudio.

Jacques Cammate, Agosto de 1980